*LAS CLAUSURAS.

Por José Antonio Trejo Rodríguez

Los fines de año escolar en la primaria Benito Juárez eran muy bonitas y movidas. Los profesores de todos los grados y grupos, coordinadamente con el director, el maestro Augurio Basurto Pedraza, organizaban clases abiertas para que las madres y padres de familia pudieran atestiguar los avances académicos de sus hijos. Se daban a conocer los horarios y puntuales acudían a escuchar a los profesores examinar al alumnado: “En ese mapamundi señalé en dónde se encuentra el mar Adriático”. “Resuelva el siguiente problema”. “Explique la importancia de la actividad pesquera en México”. “Mencione las etapas históricas que ha vivido nuestro país”.

No había límite para los cuestionamientos en los que los propios jefes de familia podían participar, siempre y cuando estuvieran dentro del programa del año lectivo en que se hallara el alumno. En dichos ejercicios no estaba exenta la formación cívica recibida. Al llegar las madres y padres, todos los alumnos nos poníamos de pie para recibirles y nos sentábamos hasta que los visitantes ordenaban que nos sentáramos. El ambiente era de absoluto respeto para los jefes de familia, los profesores, las autoridades escolares y para los propios alumnos.

Otro suceso sumamente importante era la recepción de los ahorros que durante todo el año se habían juntado. En esos años cada alumno tenía una cuenta de ahorro con una institución bancaria, en la Benito Juárez era con el Banco de Comercio, hoy BBVA. Cada lunes de todas las semanas se ahorraba una moneda que el empleado bancario encargado de recogerla anotaba en una boleta de color amarillo limón y un sello con la fecha del depósito, ya fuera un veinte o un tostón o un peso. En el fin de cursos los señores del banco acudían a entregar la cantidad ahorrada y sus intereses a cada alumno.

La siguiente actividad consistía en organizar la exposición de los trabajos escolares, manuales o de conocimientos que los alumnos realizaban durante el año, ya fuera un obsequio para el día de las madres o de los padres, una maqueta, figuras geométricas armadas y montadas sobre un trozo de papel cascarón y cubiertas con celofán, sistemas solares con bolas de unicel, figuras creadas con palitos de paleta; todo un sinfín de muestras de creatividad que se exhibían en cada uno de los salones, abiertos al público para la admiración de la comunidad escolar y los padres de familia. El inspector escolar acudía a observar estas exhibiciones, lo cual hacía más formal la actividad.

Cada grupo preparaba un número artístico para participar en la ceremonia de clausura con la que se cerraba el ciclo escolar. Los alumnos de los primeros años ensayaban alguna ronda o poesía grupal; los grupos más avanzados ensayaban bailes folklóricos, alguna alumna o alumno de quinto año preparaba un poema de despedida para los que salían de sexto y los de sexto ejecutaban algún vals, los de la escolta practicaban los honores a la Bandera, la banda de guerra hacía lo propio y se mandaba la el Lábaro Patrio a la tintorería, el asta se pulía con braso, al igual que las trompetas y tambores, la cuja debería lucir impecable.

El director y el profesorado afinaban la ceremonia de clausura, las participaciones, los invitados, comúnmente las encabezaba el presidente municipal, a la clausura cuando salí de la Benito fue don Nacho Arroyo. A la par se realizaban los trámites administrativos para la entrega de las boletas y certificados a los egresados, se tomaban las fotos para los documentos oficiales que deberían entregarse en la secundaria.

Llegado el momento cumbre, la ceremonia de clausura, la madres y padres llegaban echando tiros, orgullosos de sus vástagos que participarían en algún número artístico y más de los que egresarían, quienes llegaban bien peinados, acompañados de sus padrinos con un regalo, para pasar a recoger el documento que los certificaba como egresados de la primaria.

Un momento sencillo, pero importante era la entrega de la Bandera de parte de la escolta de sexto a la escolta de quinto que habían sido entrenados a lo largo del año, preparándolos para el resguardo de nuestra Enseña Nacional. El acto ocurría al concluir los honores y entregar la Bandera a la nueva escolta, quienes a su vez la entregaban al director para su resguardo en su nicho de honor.

Las cámaras de los fotógrafos profesionales como don Óscar, don Héctor, el Chivis, relampagueaban sin cesar: alumnos con maestros, con padres, con autoridades, entre ellos mismos. De allí a cada uno a su casa para celebrar de la forma en que los particulares presupuestos lo permitieran. Antes de ello se informaba el día en que se entregarían los certificados, una bonita hoja en color amarillo con la foto del alumno y las calificaciones obtenidas. La secundaria esperaba a los egresados a partir del 2 de septiembre y un nuevo ciclo escolar estaría escribiéndose. *NI*

Por Nueva Imagen de Hidalgo

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