Por Miguel Ángeles Arroyo 

Las últimas dos décadas han traído consigo una desmotivación de la participación ciudadana, incluida la de las nuevas generaciones.

Sin embargo, hoy la democracia implica mucho más que hablar de desarrollo y progreso —que bajo el esquema tradicional se concibe únicamente en un marco de crecimiento económico—. El cambio de paradigma supone poner en el centro a las personas y sus necesidades para garantizar la gobernabilidad en sociedades cada vez más complejas.

Las y los jóvenes tienen un valor en lo que se refiere al uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Quienes han accedido a ellas y conocen las redes sociales es un aliado para comunicar información a otras y otros jóvenes.

En ese sentido, constituye un canal para generar diálogos intergeneracionales e intersectoriales con el potencial de renovar los mecanismos de participación y la forma de “hacer política”.

Por el contrario, la renovación de la participación ciudadana exige que las y los jóvenes dejen de ser vistos como una herramienta de comunicación política para demandar acceso a espacios de toma de decisiones y participación reales.

Integrarlos a los gobiernos porque se “ve bien” es simulación. Las juventudes tienen derecho a una participación significativa en la vida política del país y a escoger lo que es mejor para ellos y ellas de acuerdo con sus propias experiencias. En ese sentido, es primordial que el gobierno impulse la participación juvenil en grupos de trabajo, programas y comités de otras instituciones de gobierno en el ámbito municipal, estatal o provincial y federal o nacional.

Es necesario que las y los jóvenes participen en la toma de decisiones en debates sobre educación, salud, empleo y la construcción de ciudadanía.

Los gobiernos fomentarían el intercambio cultural por medio de becas y actividades concretas que generen diálogo entre grupos de jóvenes de distintos países. Así, proveen puertas al entendimiento de un mundo globalizado y oportunidades en el marco de las relaciones internacionales.

En todos lados, las personas jóvenes son actores preponderantes para la transformación económica, política, social y cultural. Pero la agenda se debe construir en conjunto, fomentando la participación ciudadana y la ética.

El objetivo central de toda política o programa en materia de juventud debe ser el de transformar las condiciones que caracterizan la realidad adversa que viven las juventudes actualmente, así como transformar su posición como receptores pasivos de políticas para colocarles como actores estratégicos para el desarrollo y tomadores y tomadoras de decisión.

Por ello, recuperamos cuatro valores que se sustentan en el marco de derechos humanos como un parámetro ético mínimo internacionalmente reconocido: la justicia, la igualdad, la solidaridad y la libertad.

La justicia hace referencia a la igualdad de oportunidades en cuanto a las posibilidades de participación en la educación, el trabajo, la seguridad social, la cultura y la democracia, así como de acceso a los bienes públicos.

Por su parte, la igualdad es un principio ético, jurídico y normativo que defiende la dignidad humana equivalente de todos los seres humanos, que reconoce las diferencias y faculta a las personas para exigir un trato ciudadano igualitario en su acción frente a los poderes públicos.

Éste, a su vez, guarda una estrecha relación con el principio de no discriminación y el derecho a una vida libre de violencia. Ya que la justicia y la igualdad son dos conceptos estrechamente vinculados, es fundamental que las políticas públicas provean de opciones de desarrollo con miras a reducir las desigualdades al máximo posible.

Todas las personas, sin importar sus diferencias, deben tener la oportunidad de desarrollar sus capacidades y participar responsablemente en la sociedad y la política.

Por consiguiente, es necesario que las políticas de juventud desde los Municipios recuperen su carácter público y fomentar su participación significativa.

Para ello, se requiere un Estado fortalecido que realmente represente los intereses de las y los jóvenes, atienda sus necesidades y se convierta en garante de sus derechos. *NI*

Por Nueva Imagen de Hidalgo

Medio de comunicación impreso que nació en 1988 y con el correr de los años se convirtió en un referente en la región de Tula del estado de Hidalgo. Se publica en formato PDF los miércoles y a diario la página web se alimenta con información de política, policíaca, deportes, sociales y toda aquella información de interés para la población.

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