Por José Antonio Trejo Rodríguez

Ha sido impactante el fenómeno de popularidad que, en su país, desató el maratonista boliviano Héctor Garibay a raíz de su notable triunfo en el maratón de la Ciudad de México el pasado domingo 27 de agosto. Además, lo hizo de manera apabullante, rompiendo la marca de la prueba y dejando a casi tres minutos a sus más cercanos perseguidores. El tiempo registrado por Garibay de 2:08:23 se antojaba imposible de realizar, tomando en consideración la altura de la capital del país, pero Garibay vive en Oruro, que se encuentra a 3,735 metros sobre el nivel del mar, es decir mil quinientos metros por encima de la altura de la Ciudad de México.

Unos días antes de la celebración de la 40 edición del maratón, se dio a conocer la lista de los y las corredoras de élite que tomarían la salida. Impresionaba Barnabas Kiptum con un maravilloso tiempo de 2:04:17 realizado en Milán en el 2021; Nicholas Kirwa con una marca de 2:05:01 conseguida en Milán durante el 2021; Edwin Kiprop con marca personal de 2:06:52 logrado el año pasado en Hamburgo, además de ser el campeón defensor; Kennedy Cheboror con 2:07:02 lograda en Barcelona en el 2022; con la misma marca y en la misma prueba Leonard Barsoton y Abdi Ali Gelelchu con 2:07:15 realizado en Sevilla en el 2022.

Héctor Garibay pasó desapercibido en la lista dada a conocer por la organización, aunque unos meses antes había corrido su mejor tiempo personal en la prueba, con 2:07:44 el pasado febrero en Sevilla, situándose en el lugar 13 de la clasificación general, imponiendo la mejor marca boliviana y clasificándose para el mundial de Budapest, que se corrió en la misma fecha que el maratón de la Ciudad de México.

Y fue curioso que no fuese considerado como uno de los favoritos, pues la marca lograda por Garibay en Sevilla 2:07:44, lo situó entre la élite de los maratonistas de todo el continente, con el quinto mejor tiempo realizado por un corredor americano en toda la historia; solo superado por Daniel Ferreira do Nascimento de Brasil con 2:04:51; Cameron Levins de Canadá con 2:05:36; Galen Rupp de los Estados Unidos con 2:06:07 y Cristhian Pacheco de Perú con 2:07:38.

Garibay realizó una carrera inteligente, junto al contingente de corredores que a lo largo de los kilómetros se fue achicando; incluso perdió el paso en uno de los puestos de abastecimiento al no poder sostener su vaso, pero como si no hubiera pasado, pues de inmediato se reincorporó. Con él, eran ocho los atletas que hasta el kilómetro 20 lideraban la competencia. Garibay sobresalía entre un mar de atletas africanos perfectamente uniformados por la marca alemana de las tres franjas que patrocinó al maratón y calzando tenis de última generación. Garibay con su short negro, playera blanca con los colores de su Bandera en los tirantes y en grandes letras el nombre de su país “BOLIVIA”, tenis blancos y una gorra, fue el único que respondió al ataque que Edwin Kiptoo lanzó a partir del kilómetro 20. Garibay lo siguió y lo atacó; Kiptoo intentó seguirle el paso, pero en la marca del medio maratón, Garibay se convirtió en el mandón de la carrera. Los comentaristas, Toño de Valdez y Germán Silva, analizaron los tiempos parciales de Garibay y calculaban que podría correr alrededor de 2:08 o 2:09 y no se equivocaron.

Poderoso marchó Garibay hacia el Centro histórico de la antigua Tenochtitlán para romper el listón ubicado frente al palacio nacional. Un titán boliviano había hecho sentir su autoridad en el corazón del antiguo imperio mexica. Ya se daba a conocer su palmarés: que había calificado a Budapest, pero había preferido México por los buenos premios a repartir; que trabajaba de taxista; que busca llegar en plenitud de forma a los olímpicos de París del año próximo; que su entrenadora es la ex corredora Nemia Coca. En el pódium lo esperaba el gran atleta etíope Haile Gebrselassie, poseedor, en su momento, de marcas mundiales y ganador de medallas de oro en juegos olímpicos y mundiales, con una enorme sonrisa le saludaba y se tomaba una selfie con el campeón.

Garibay regresó a Bolivia envuelto en un gran prestigio deportivo y cargando una buena bolsa de dinero por haber triunfado y por haber impuesto una nueva marca en el maratón de la Ciudad de México. El recibimiento en su tierra Oruro fue apoteósico, sus paisanos atestaban las calles; las entrevistas se realizaban en todos los programas, incluso algunas repletas de buen humor, como en la que se ve a dos jóvenes conductores esperándolo en el pasillo de un estudio, de repente hacen gestos como cuando se siente un retortijón y corren hacia el sanitario; atrás de ellos aparece Garibay al trote y los rebasa con facilidad para llegar primero al baño y cerrarles la puerta en las narices. Entre sus declaraciones destaca que le apoya el gobierno de Oruro, que las autoridades deportivas bolivianas no le han pagado una beca atlética y la opinión pública se enciende.

El Comité Olímpico Boliviano sale al paso a aclarar la razón de la suspensión de la beca, dicen que un grupo de atletas becados no han comprobado sus gastos y se ofrecen a apoyarlos administrativamente para solventar sus trámites y que el apoyo fluya. También llegan los compromisos de empresas que le ofrecen apoyo económico rumbo a los olímpicos y hasta un terreno les regalan a él y a su entrenadora.

El fenómeno Garibay es arrasador en los medios bolivianos, gracias a su destacadísimo desempeño atlético y muestra lo importante que es el maratón de la Ciudad de México para los atletas de América Latina que, vienen a demostrar su fuerza, su velocidad y su gran preparación. Ahora ellos, los corredores bolivianos, brasileños, peruanos, guatemaltecos son los duros de la maratón, un sitio que ocuparon nuestros paisanos durante la década de los 90. El mejor de los éxitos para todos ellos en París 2024. *NI*

Por Nueva Imagen de Hidalgo

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