*Educación, vía para erradicar la violencia.

Por MIGUEL ÁNGELES ARROYO

La violencia de género es una violencia estructural, que se sustenta en la desigualdad entre hombres y mujeres presente en diferentes ámbitos de nuestra sociedad. No es una violencia puntual, ni excepcional, ni de casos concretos, ni tiene un perfil de agresor o un perfil de víctima.

 Se produce porque la sociedad, en su conjunto, mantiene el sexismo como una de las bases de la socialización y las mujeres reciben violencia por el simple hecho de ser mujeres.

Así ha sido a lo largo de la historia y así es en la actualidad, si bien asistimos a avances que nos permiten tener estrategias para luchar contra ella

Es estructural porque está basada en una ideología de discriminación de las mujeres respecto a los hombres, en estereotipos que nos marcan desde nuestros primeros años de vida para jerarquizar la sociedad, de manera que todo lo relativo a las mujeres es secundario respecto a lo masculino y de ahí se deriva la naturalización de la superioridad de los varones frente a las mujeres.

Como estructural que es, esta violencia debe ser atajada desde desde todos los ámbitos que influyen en la socialización de las personas para que esta se produzca libre de sexismo y de discriminación.

Por lo tanto, en este trabajo por la igualdad tienen responsabilidad tanto los Gobiernos, como los medios de comunicación, como las familias, como el ámbito escolar.

La escuela, la enseñanza, no está libre todavía de estereotipos sexistas. En los últimos años son muchos los estudios que demuestran que, desde educación infantil, de manera inconsciente, repite una socialización, que lleva a la desigualdad y a la discriminación y, sobre todo, que naturaliza una sociedad no igualitaria que va conformando las ideas de niños y de niñas y cuyo máximo exponente es la violencia contra las mujeres: niños que a los cuatro años ya no quieren usar el color rosa porque es de niñas, niñas que a los seis años ya se sienten incapaces para las ciencias, chicas que se construyen con el objetivo de agradar a los hombres, chicos que cosifican a las mujeres y aprenden sexualidad en la pornografía, opciones profesionales con un enorme sesgo de género, desconocimiento de la igualdad, del feminismo y de la historia de las mujeres, etc.

Todo ello, fomenta el sexismo en la sociedad, porque ayuda a una construcción desigual y discriminatoria del proyecto vital de cada persona y lo diferencia por ser hombre o por ser mujer

La igualdad se aprende, luego la igualdad se puede enseñar, pero para eso es necesario que la igualdad esté presente en todos, con sus argumentaciones, sus planteamientos teóricos y prácticos, en la legislación, etc.

Entre los instrumentos que constituyen el marco jurídico mexicano para enfrentar el fenómeno de la discriminación y la violencia contra las mujeres, destacan: La Ley Federal para Prevenir y Erradicar la Discriminación, la Ley General para para la igualdad entre Mujeres y Hombres (2006), la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (marzo de 2008); Leyes de obligado cumplimiento, que obligan a la presencia de la igualdad y de la prevención de la violencia de género.

Por lo tanto, educar es cumplir con las leyes que rigen nuestra sociedad democrática. Educar es visibilizar las aportaciones de las mujeres a la Humanidad, porque nuestra cultura androcéntrica las ha invisibilizado. Es hacer un uso no sexista del lenguaje que nombre a las niñas. Es socializar desde la igualdad con la construcción de un mundo simbólico en el que no tenga cabida la violencia, educando hombres igualitarios y mujeres empoderadas. Es enseñar el verbo “bientratar”, para una convivencia en igualdad. Educar es hacer democracia.

Nuestro lenguaje refleja la sociedad en la que vivimos y en castellano existe el verbo “maltratar”, pero no existe el verbo “bientratar”, eso dice mucho de una sociedad que ha naturalizado el maltrato por encima de la convivencia democrática y pacífica.

La prevención de la violencia es una labor de las instituciones y de nuestra sociedad, puesto que, entre otras consecuencias, las víctimas de las violencias con frecuencia reducen la participación en sociedad, limitando sus libertades y sus confianzas, lo cual impacta en los derechos humanos de las personas, desde vivir una vida libre de violencia hasta el acceso a la educación.

En manos de toda la sociedad está que lo logremos, la igualdad debe ser prioritaria, solo así conseguiremos la evolución de un sistema sexista hacia un sistema igualitario y justo. NI

Por Nueva Imagen de Hidalgo

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