*Cuando el Estado falla, la innovación responde.
Por Esteban Ángeles Cerón
La salud pública en México enfrenta una crisis crónica. No es una percepción ni una exageración: millones de personas en el país no acceden a atención médica oportuna, mucho menos de calidad. La ineficiencia, el desabasto y la falta de personal capacitado han hecho que el sistema público de salud deje a millones fuera. En este contexto, el programa Más Salud, presentado por Ricardo Salinas Pliego, no sólo representa una alternativa funcional, sino un llamado urgente a replantear cómo entendemos y gestionamos el derecho a la salud.
La propuesta no apela a la caridad ni pretende sustituir al Estado. Introduce, más bien, herramientas tecnológicas concretas que podrían transformar la atención médica: consultas remotas con médicos generalistas y especialistas, diagnóstico y prescripción asistidos por inteligencia artificial, y algo fundamental para la continuidad del tratamiento: un expediente médico virtual accesible desde el celular, que permite un seguimiento ordenado, personalizado y portátil. Esto no es una visión futurista. Es tecnología disponible, implementada con sentido práctico y visión de escala.
Más Salud no es simplemente una crítica al sistema público; es una demostración de lo que sí se puede hacer cuando se apuesta por la innovación con un enfoque social. Mientras el sector público tropieza con inercias administrativas, resistencias internas y fallas operativas, esta iniciativa privada plantea un modelo replicable, eficiente y centrado en el usuario. Desde esta perspectiva, más que ignorarla o descalificarla, el Estado debería observar con atención, y mejor aún, encontrar formas para integrarla o colaborar.
Además del beneficio directo en el acceso a consultas, este modelo puede fortalecer una cultura de medicina preventiva, clave en un país con alta prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles. También abre la puerta a que hospitales y clínicas privadas se integren en una red inteligente de atención, ampliando la cobertura y descongestionando al sistema público.
La salud no debería estar sujeta a ideologías ni celos institucionales, sino a soluciones que verdaderamente funcionen. Y si esas soluciones vienen del sector privado, lo responsable no es desestimarlas, sino ver cómo pueden sumar. Porque en salud, cada minuto cuenta, y los pacientes no pueden esperar a que el sistema público se arregle solo. *NI*