*Conformismo, indiferencia o acción: México frente a la amenaza de la dictadura
Por Esteban Ángeles
Desde hace tiempo, numerosos analistas han venido advirtiendo la gravedad del momento político que vive México. No se trata de exageraciones ni de la “politiquería” de siempre: lo que enfrentamos hoy es la construcción de un régimen que amenaza con convertirse en dictadura, un proyecto que erosiona libertades y desmantela la República.
Lo grave no reside únicamente en las decisiones del gobierno, sino en la actitud de amplios sectores sociales que se mantienen indiferentes, conformistas o desinteresados frente al desmantelamiento del Estado Democrático de Derecho, pasividad que abre la puerta para que el autoritarismo se instale sin resistencia.
Los mexicanos henos visto cómo se minimiza y debilita al Poder Judicial; cómo se militarizan tareas civiles; cómo se usa el dinero público para comprar lealtades políticas; cómo se desprecia la legalidad y se rompe el equilibrio de poderes. Lo que se gesta no es un modelo de gobierno eficiente, sino una maquinaria de control total que terminará sometiendo a empresarios, trabajadores, periodistas, académicos e incluso a los propios simpatizantes del partido en el poder.
La historia enseña que toda dictadura, tarde o temprano, devora también a quienes la aplauden. El riesgo no es solo para la oposición o para quienes alzan la voz: es para toda la sociedad.
El conformismo es el terreno más fértil para el autoritarismo. Muchos creen que mientras no les toque personalmente, pueden seguir con su vida normal. Pero esa indiferencia es un espejismo: tarde o temprano el deterioro de las instituciones alcanza a todos. La pérdida de derechos no distingue colores, ideologías ni clases sociales. Callar frente a los abusos equivale a renunciar, en silencio, al derecho de vivir en libertad.
La única salida es la unidad. Partidos políticos, empresarios, académicos, sociedad civil y ciudadanía deben dejar de lado intereses inmediatos y levantar la voz como uno solo. No se trata de banderas partidistas: se trata de defender lo común, la República misma. La acción debe ser pacífica, pero firme. Es tiempo de que los partidos actúen como contrapesos reales, de que los empresarios asuman su responsabilidad frente al destino nacional, de que la sociedad civil se organice y de que los ciudadanos comprendan que lo que está en juego es su futuro.
La indiferencia ya no es opción. O se actúa ahora, o se padecerán las consecuencias de una dictadura que asoma cada vez con mayor claridad. La historia no perdona a los pueblos que, por apatía o miedo, dejaron pasar el momento de defender sus libertades.
México está frente a esa prueba. La pregunta es simple y brutal: ¿seguiremos en la comodidad del silencio o tendremos el coraje de actuar como un solo país?
La respuesta definirá no solo este sexenio, sino el futuro mismo de nuestra convivencia democrática. Y, sobre todo, marcará si somos capaces de emprender la gran tarea que la hore demanda: la Restauración de la República.
