*EL MES PATRIO.
Por José Antonio Trejo Rodríguez.
Ya estamos en septiembre y en 10 días estaremos plenamente en los festejos patrios. En las escuelas se prepararán a todo vapor para organizar su participación en la conmemoración de la batalla de Chapultepec y en la del inicio de la independencia.
Comúnmente en la primaria Benito Juárez, los alumnos escenificaban la defensa heroica del Colegio Militar ocurrida el 13 de septiembre de 1847 durante la guerra de invasión del ejército de los Estados Unidos; en el que las fuerzas mexicanas, bajo el mando del general Nicolás Bravo, eran integradas por unos cientos de soldados y cadetes, como lo fueron los “niños héroes”, ante una fuerza que los superó en proporción de uno a diez. Un par de días después, tomaron la Ciudad de México.
Los negociadores mexicanos y el negociador norteamericano buscaron un acuerdo y terminaron celebrando en febrero de 1848 el llamado “Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América” en la villa de Guadalupe Hidalgo y es el nombre popular de dicho tratado, a través del cual México cedió el territorio de lo que actualmente es Texas, Kansas, Oklahoma, Nuevo México, Arizona, Nevada, California, Utah, parte de Colorado y Wyoming; a cambio, Estados Unidos pagaría 15 millones de dólares por daños de guerra.
La conmemoración de la batalla de Chapultepec es el calentamiento para el magno desfile del inicio de la lucha de la independencia, previo grito de la noche del 15 que, me ha tocado ver como sede al desaparecido palacio municipal del centro y posteriormente a un edificio vecino, hasta un templete armado exprofeso y en la plaza del nacionalismo a los alcaldes emulando el acto heroico de don Miguel Hidalgo, el padre de la patria.
Regresando al desfile, todas las instituciones educativas de Tula practican rigurosamente para un desempeño sobresaliente en el desfile por la independencia. Las bandas de guerra lucen uniformes y equipo impecable; las escoltas cuidando el mínimo detalle de nuestra Bandera, también en su vestir y marchar, pues ellos son el núcleo de su respectivo contingente, cuyos pelotones no se quedan atrás y participan con gallardía al desfilar por las calles de Tula, al tratarse de la fecha más importante del calendario histórico mexicano.
La asistencia popular rebasaba la capacidad de nuestras calles, haciendo alarde de fervor cívico y cualquier espacio era aprovechado para ver mejor la enorme demostración de las escuelas; un punto socorrido resultaba la muralla de la catedral, desde donde decenas de parroquianos disfrutaban de una vista privilegiada entre las almenas.
Una vez concluida la magna marcha, los pelotones rompían filas y el alumnado corría a saciar la sed con paletas, nieves, aguas frescas y por supuesto, a subir en los juegos mecánicos para diversión de chicos y grandes, aprovechando para jugar al futbolito y a las canicas que proporcionaban siempre un bonito premio. Esa es la belleza de nuestras fiestas patrias cada mes de septiembre.
Estamos en el mes patrio y es menester disfrutar de nuestras fiestas populares y familiares ¡Viva México! *NI*
