*LAS CARPAS.
Por José Antonio Trejo Rodríguez
A partir del pasado 15 de agosto y hasta el 11 de octubre, la Fonoteca Nacional está de gala por la exposición titulada: Las músicas de las carpas de México (1890-1930) cuya curadora y coordinadora es Natalia Bieletto Bueno, experta en musicología histórica y quien establece que las carpas albergaron un movimiento artístico callejero, abarcando los géneros de teatro, la comedia, la música, creando el arquetipo popular en la industria del entretenimiento.
La investigadora Socorro Merlín, en su libro: Vida y Milagro de las carpas. La carpa en México 1930-1950, publicado por el INBA – CITRUS, establece que el término “carpa” alude tanto al tipo de espacio, como a un género del teatro popular surgido en la capital mexicana y luego en otras ciudades del país, cuyo auge en México tuvo lugar entre los años de 1930 y 1950.
La carpa es una lona desmontable, utilizada como tienda por las compañías artísticas en sus giras por pueblos y ciudades, presentando sencillas obras teatrales, programas humorísticos y satíricos; también actos musicales. Agrega que hay autores que derivan la carpa de la juglaría medieval; mientras otros encuentran sus orígenes en los misterios representados por los misioneros españoles y unos más consideran que las raíces de la carpa se encuentran en los acontecimientos que rodearon a la revolución mexicana.
En la época posrevolucionaria, de 1930 a 1959, la gente de barrios, pueblos y rancherías veía llegar a la plaza de su comunidad una carcachita de carga que llevaba lonas, cuerdas, tablones, algunos para armar el templete o escenario, otros, a veces, para hacer una especie de camerinos, y otros para improvisar las bancas donde se sentaría el público. A diferencia de los circos, las carpas no presentaban animales en sus actos.
La curiosidad hacía que los parroquianos se detuvieran para curiosear y ese instante lo aprovechaba el pregonero para anunciar a los artistas que presentarían en cada una de las “tandas”. La mayor parte de las carpas presentaban a cómicos, bailarinas y cantantes, algún mago o prestidigitador, malabaristas y hasta ventrílocuos.
De las carpas surgieron artistas como Cantinflas y Manuel Medel, como ejemplo puede verse una escena graciosísima de la película “Águila o Sol”, con argumentos con temas de aquellas épocas o de crítica política, expresados por personajes del barrio, pícaros ingeniosos como los de Tin Tan y Marcelo en la película “Soy charro de levita” en la que trabajan en una carpa, viajando por pueblos y rancherías con la esperanza de llegar a ser grandes estrellas del teatro en la capital.
Las carpas también fueron populares entre la comunidad mexicana avecindada en los Estados Unidos, de hecho se considera que San Antonio, Texas, fue la meca del género con dos históricas compañías: “La carpa cubana” que trabajó desde 1910 y “la carpa García” desde 1914, estos últimos con su acto estelar a cargo de “don Fito”, interpretado por Rodolfo García, artista popular y muy aclamado en Texas, California, Nuevo México y Arizona, gracias a las giras de la compañía, cargadas de comedia ligera a cargo de los estelares “peladitos” quienes, al igual que sus pares mexicanos, satirizaba la vida diaria, brindando momentos de diversión al respetable.
Aunque las carpas viajaban con el equipo necesario para instalarse en cualquier plaza o solar; no despreciaban la oportunidad de presentarse en salones comunitarios de los lugares que visitaban. La misma Lydia Mendoza narra en su libro autobiográfico que en muchas ocasiones, durante sus giras, rentaban lugares apropiados para presentar su arte. La noble función del entretenimiento popular, al concluir la época de las carpas, fue adoptada por las caravanas artísticas que, a bordo de un autobús de pasajeros se trasladaban de un sitio a otro con la misión de divertir al público y ganarse la vida, tal como se muestra en la película “Especialista en chamacas” con las actuaciones de Diana Mariscal, Enrique Guzmán, Javier Solís y Tin Tan. *NI*