*El regidor municipal: un cargo al servicio de la ciudadanía.
Por MAGDA OLGUÍN
Hace unos días leía en el chat de mi colonia la preocupación de mis vecinos ante el alza a los impuestos en Tula, ya que obviamente el pago de impuesto predial volverá a subir, ante esta inquietud y de que en realidad nadie sabía bien a bien cómo va estar la cosa se me ocurrió por ahí señalar que en la colonia teníamos hasta dos regidurías que por qué no nos explicaban claramente de qué iba el aumento tal, que aunque ya no había nada que hacer por lo menos que nos lo dieran a conocer detalladamente. Uno de los funcionarios públicos señalados solo aportó el link de la sesión y nos instó a ver completo el video para estar informados (¿?) “bonita cosa, pensé, para eso les pagan…”; cabe señalar que el video solo evidenció lo que ya sabemos y que, por cierto, uno de los vecinos lo escribió claramente “solo mayoritario ni siquiera revisaron la propuesta”
Y fue ahí donde me puse a pensar en el compromiso que es ser funcionario público a cualquier nivel de gobierno. Y es que a lo mejor querido lector cuando uno es un ciudadano común y corriente no nos ponemos a pensar en el trabajo que tienen nuestras autoridades a cualquier nivel de gobierno y que, es verdad, como ciudadanos queremos que resuelvan, porlo menos, los problemas más básicos de nuestra comunidad y esperamos la mínima atención de ellos al solicitar cualquier tipo de ayuda.
En lo personal he estado en ambos lados y déjeme decirle que es difícil, muy difícil darle gusto a todo el mundo pero yo creo que la mayor satisfacción es seguir viviendo en el mismo lugar después de haber prestado un tiempo de tu vida al servicio público, y tener más amigos que enemigos al paso de los años; sin embargo, y este el partido que este, hay cosas que no cambian: una de ellas es que al principio cuando uno comienza en esos menesteres pensamos, erróneamente, que la ciudadanía conoce nuestras funciones y sabe qué se hace en el gobierno y déjeme decirle que del 100 por ciento solo a un escaso 30 ( y me voy muy lejos) le interesan esos menesteres.
Por lo que a un año de haber empezado ya en sus respectivos trabajos creo que es momento de recordarles a esos funcionarios que hoy son (y mañana, NO serán no lo olviden nunca) para qué fueron elegidos y contratados.
El regidor dentro de un gobierno municipal es una figura clave para la vida democrática de una comunidad. Su papel no se reduce únicamente a formar parte de un cabildo, sino que implica la responsabilidad de representar los intereses de la ciudadanía, proponer políticas públicas y vigilar que los recursos se administren de manera transparente y eficiente. La esencia de su cargo está en recordar que no es un privilegio, sino un mandato conferido por el pueblo mediante el voto, lo que convierte su ejercicio en un compromiso con la ética, la legalidad y, sobre todo, con el servicio público.
Entre las obligaciones fundamentales de un regidor se encuentra legislar en el ámbito municipal a través de la elaboración y aprobación de reglamentos y acuerdos que favorezcan el bienestar social. También debe supervisar las acciones del presidente municipal y de las dependencias, garantizando que el gobierno local actúe en beneficio de la población. Su tarea no es meramente administrativa: es política en el sentido más noble de la palabra, pues busca equilibrar intereses, mediar entre distintas voces y priorizar siempre las necesidades colectivas.
Otra obligación central es la cercanía con la ciudadanía. El regidor no debe olvidar que es un representante electo por y para la gente, lo que implica escuchar activamente, mantener canales de comunicación abiertos y rendir cuentas de sus decisiones. La participación ciudadana no puede ser vista como un obstáculo, sino como la esencia misma de la democracia municipal. Cuando un regidor se aleja de sus electores, pierde el sentido de su cargo y erosiona la confianza en las instituciones.
La transparencia y la rendición de cuentas son también obligaciones ineludibles. En un contexto donde la corrupción y el abuso de poder han dañado profundamente la confianza ciudadana, el regidor debe ser un ejemplo de integridad. Su deber no es servirse del puesto, sino ponerlo al servicio del pueblo, administrando con honradez los recursos y explicando con claridad las decisiones tomadas.
Las obligaciones de un regidor van más allá de ocupar un asiento en el cabildo. Implican legislar, supervisar, representar y, sobre todo, servir. Hay que recordar que fue elegido por la ciudadanía le obliga a trabajar con humildad, honestidad y responsabilidad, siempre en beneficio del interés común. Solo así se fortalece la democracia municipal y se honra la confianza depositada en él por la gente que le otorgó su voto.
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