*Entre morado y memoria: el Grito de Claudia Sheinbaum.
Por Claudia Patricia Rodríguez Dorantes
Hablar de política en México en estos tiempos es casi como caminar en un campo minado. Cualquier opinión parece colocarte de inmediato en un bando: o eres parte de la 4T o eres parte de quienes la rechazan. Según lo que digas, se define la etiqueta que los demás te cuelgan. El terreno para la tolerancia está lejano y a veces pareciera imposible mirar más allá de las filias y fobias políticas.
Con esa cautela me acerqué al primer Grito de Independencia encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum. Días antes, en la conferencia matutina, ella había anunciado que habría una sorpresa. Confieso que la palabra me inquietó: la sorpresa me dio miedo. Incluso decidí no verlo en tiempo real, como si quisiera protegerme de una posible desilusión.
Pero lo que encontré al revisarlo después fue otra cosa.
Desde la imagen, la presidenta envió un mensaje claro: un vestido morado, un guiño a la lucha feminista, bordado con flores de ese mismo color por la artesana tlaxcalteca Virginia Verónica Arce Arce. La escolta femenina reforzó la señal.
En las arengas también hubo novedades. Nombró a Josefa Ortiz por sus apellidos de origen, “Ortiz Téllez-Girón”, sin el clásico “de Domínguez” que históricamente subordinaba la identidad femenina al marido. Por cada héroe insurgente, sumó una heroína. Recordó a Gertrudis Bocanegra, enlace de la insurgencia, fusilada en 1817 por negarse a delatar a sus compañeros. Nombró a Manuela Medina, conocida como “La Capitana”, indígena que comandó tropas en siete combates. Sumó también a las heroínas anónimas, a las mujeres indígenas, a los migrantes.
La voz de la presidenta se notaba firme, concentrada, segura. Y un aspecto a destacar fue que no hubo referencias a su movimiento político. El protagonismo lo tuvieron las mexicanas y los mexicanos.
Debo decirlo: me sentí muy incluida.
En contraste con los gritos de Enrique Peña Nieto, centrados en la solemnidad tradicional, o con los de Andrés Manuel López Obrador, cargados de referencias a su proyecto político, este se sintió distinto: más incluyente, más simbólico y menos partidista.
¿Que si me siento orgullosa del grito de ayer? Sí, totalmente.
Y ustedes, ¿qué opinan? Escríbanme a claurodriguezdor@gmail.com
