*El buen gobierno Municipal.
Es común escuchar en el ámbito empresarial del establecimiento de programas sobre mejores prácticas corporativas o de negocios las cuales se orientan en el fortalecimiento de una identidad empresarial, de su estructura organizacional, así como de su actuar ético y transparente.
Lo anterior no es ajeno a la gestión pública, las buenas prácticas gubernamentales en los municipios deben buscar que la gestión pública establezca su visión en el largo plazo, en el entendido que las decisiones actuales producirán el municipio del futuro cuyos impactos serán resentidos o disfrutados por los ciudadanos y su entorno.
Con base a lo anterior, un buen gobierno, se caracteriza por planificar dejando a un lado la improvisación, genera canales de comunicación efectivos para proponer a la ciudadanía, para escucharla y decidir con una visión más amplia sobre lo que necesita su gente, así como la atención que necesita el entorno físico y, en forma relevante, su actuar ético se muestra a través de la transparencia el uso eficiente de los recursos financieros, operativos y técnicos.
Para un buen gobierno municipal la adopción de un programa de mejores prácticas lleva a sus funcionarios a ejecutar una serie de acciones novedosas en el ámbito de la administración, normatividad, finanzas públicas, operatividad técnica, participación ciudadana, innovación, seguridad, movilidad urbana, accesibilidad y equilibrio ecológico, solo por mencionar algunas de las amplias áreas que el término buenas prácticas gubernamentales puede ser aplicado.
Este tipo de programas no implica el uso de más recursos públicos para su establecimiento y funcionalidad; sin embargo, implica de parte de los funcionarios públicos, iniciando por los titulares de la administración municipal, una actitud propositiva, mentalidad abierta, cercanía a la realidad, plan de evaluación y remediación, por lo menos.
En consecuencia, es necesario instaurar una política pública donde la participación ciudadana sea la vía más expedita para responder a las necesidades de operatividad administrativa.
El derecho de participación de todos los ciudadanos; permite desarrollar la conciencia cívica de los vecinos; refuerza los lazos de solidaridad; hace más comprensible la noción de interés general; establece una identificación entre las necesidades y la solución de los problemas; sanciona el aprovechamiento de los recursos; destierra el paternalismo; y responsabiliza, compromete e interesa a los ciudadanos, en el mantenimiento de las obras construidas por su iniciativa y con su propio esfuerzo, en favor del desarrollo individual y comunitario.
En este escenario, hay que promover una administración más eficiente, eficaz y transparente, mediante el ofrecimiento a los ciudadanos de información, servicios, y trámites, como imperativo del Buen Gobierno.
Estas propuestas deben considerarse para materializar el Derecho Humano a un Buen Gobierno, que exige corregir el déficit de operatividad e inclusión ciudadana en el quehacer público, y porque resulta obligado que los integrantes del Ayuntamiento sustenten su escrutinio en el ejercicio de gobierno, en la concreción de su convicción de trascender a niveles de dignidad humana, y en marcar un precedente en las plataformas políticas que enarbolaron.
Se requiere perfilar la funcionalidad del Ayuntamiento como cabildo de vanguardia ciudadana, y hacer de la transparencia, la información pública, la rendición de cuentas, el combate a la corrupción, la planeación, la evaluación y la Alianza para el Gobierno Abierto, efectos de una administración guiada por un gobierno abierto, ciudadano y democrático, como lo requiere cualquier transformación seria.
La inclusión ciudadana en la toma de decisiones es una responsabilidad permanente en el desempeño de los Ayuntamientos. Llegó el momento de repensar la realidad pública, con un espíritu de ciudadanización gubernamental.
Es importante resaltar que un programa de este tipo debe tener ese carácter de institucional si busca aspirar a un mínimo éxito, toda vez que la falta de convicción y de exigencia en su aplicación lo colocaría en el olvido y posteriormente en el fracaso en muy poco tiempo.
Las mejores prácticas de gobierno municipal se han premiado a través del tiempo por organismos nacionales e internacionales; sin embargo, el reconocimiento más importante en el actuar de los buenos gobiernos debe ser la aceptación ciudadana.
Así, un sistema de mejores prácticas de gobierno municipal debe constituir una filosofía institucional más allá de un formulismo mediático, sin institucionalidad, se destina al fracaso, el actual entorno político y social abre la puerta a replantear las áreas de oportunidad para el establecimiento de un sistema de mejores prácticas de gobierno municipal, con independencia que las administraciones sean encabezados por nuevas personas, el nuevo nivel de exigencia ciudadana lo requiere. *NI*