El 3 de mayo es un día muy especial, especialmente esperado por quienes se dedican a la construcción, pues se celebra la festividad de la Santa Cruz, una tradición profundamente arraigada entre los albañiles, quienes le dedican este día para convivir y dar gracias en la obra.
Hoy, las palas y las cucharas, la arena y el cemento, quedaron a un lado para dar paso al gran festejo. Desde días antes —y algunos incluso a última hora— preparan la cruz adornándola con moños de colores, procurando que luzca lo más bonita posible. Esta cruz es llevada primero a misa, y después comienza la celebración organizada por los patrones o dueños de las obras.
La cruz se coloca en lo alto de la construcción o en un sitio seguro, ya que será testigo del avance y la culminación de la obra, que más adelante se convertirá en el hogar de una familia, el espacio favorito de alguien o la sede de un nuevo negocio.
No importa si el festejo es con barbacoa, carnitas, chicharrón o pollo; lo que no puede faltar es el pulque, las cervezas y, sobre todo, la unión de estos grandes “maistros de la cuchara”, artesanos capaces de levantar desde una sencilla casa hasta un gran edificio con la fuerza de sus manos y el trabajo en equipo.
Por eso, este día también se conoce como el Día del Albañil, una fecha para reconocer su esfuerzo y celebrar su invaluable labor.